Discusiones a parte, la tortilla de patata vegana con cebolla es uno de esos platos que te pueden salvar de una cena con amigos, de no saber que llevar a casa de los parientes o, simplemente, de mostrar que la comida vegana puede estar buena y no es toda de color verde.
Vamos a por la variante más clásica: la tortilla de patata con cebolla sin huevo. En casa somos concebollistas, así que no tenemos problema. Si no os gusta la tortilla de patata con cebolla, mi consejo es hacer una del huerto, con calabacín y pimiento, ahora entederéis el porqué.
El substituto del huevo que usamos es una taza de harina de garbanzo y una taza de harina Yolanda (es una marca de harina para rebozar sin huevo, si no la encuentras puedes usar harina de trigo). Así que os podéis imaginar que esa argamasa resultante puede hacer que tu tortilla vegana sea un ladrillo si no añadimos nada más que patata. Ahora os explico como lo hacemos en casa.
Ingredientes para una tortilla hermosa:
- 700 gr de patata
- 200 gr de cebolla
- Una taza de harina de garbanzos
- Una taza de harina Yolanda (o trigo)
- aceite de oliva virgen
- sal
- agua
Indicaciones
En realidad hacer una tortilla sin huevo se hace prácticamente igual que cualquier tortilla con huevo, así que si haces de éstas, ves usando las mismas técnicas que sueles hacer, solo piensa que aquí es harina y se tiene que hacer bien.
Empezamos por lavar bien y pelar las patatas. Las troceamos en «dados» no muy grandes y tampoco muy gruesos, porque se trata de que se frían de forma uniforme. Las cebollas también las cortamos a daditos. En una sartén honda, con una buena cantidad de aceite de oliva virgen, freímos las patatas y la cebolla, si hace falta por tandas. No se trata de que las patatas estén para comerse al momento, así que hay que dejarlas doradas sin más. En un bol grande ponemos la patata y la cebolla fritas (cocidas en aceite que dicen en casa) y escurridas y reservamos todo el aceite que nos ha quedado. Para las omnívoras, si hacéis tortilla vegana por favor no reutilicéis aceite de haber hecho «otras cosas», porque se nota el gusto y el disgusto general puede ser importante.
Este es el momento en el que tendríamos los huevos batidos, pero en vez de eso lo que hacemos es tamizar las harinas, ponerla en un bol, y vamos añadiendo agua poco a poco hasta que nos queda una masa pegajosa un poco líquida. La cantidad de agua depende bastante de la harina, pero a mi me recuerda a la textura de la masa de pancakes.
Ponemos la mitad de la mezcla en el bol de las patatas, añadimos sal y removemos. Vamos añadiendo a la mezcla, como haríamos con el huevo. Si usamos la misma sartén que para freír las patatas, ya la tendremos engrasada de aceite, la ponemos al fuego y añadimos un poco más del aceite de antes si hace falta. El truco: poner un par o tres de cucharadas de ese aceite y mezclar antes de verter todo lo que hay en el bol en la sartén.
Aquí os pido paciencia: no es una tortilla con huevo así que tiene que estar perfectamente cuajada porque el sabor a harina sin cocer no es agradable. Así que a fuego bajo y después a fuego medio vamos esperando a que se cuaje un lado. Le damos la vuelta con un plato, y ponemos otro poco de aceite y acabamos de hacerla por ambas partes.
El truco final: si la tortilla es muy gruesa y no sabéis como anda el interior, o la habéis hecho a fuego más bien fuerte y el interior está crudo, un poco de horno os salva la papeleta.
Y si os gusta redondear el tema, un poco de sal kala namak por encima justo al sacarla de la sartén y tendréis sensación de huevo.