Ahora que se puede decir que llevo un año perfecta después de los post operatorio y las cirugías, he descubierto que también me he quitado de encima la discriminación invisible que soportaba por la forma desproporcionada de mi cuerpo. No voy a decir que no supiese lo que era la gordofobia porque, precisamente, escribí sobre esto hace tiempo y, en parte, gracias a aquellos post descubrí que tenía lipede,a
Este mes de marzo de 2020 hace un año que estoy de alta de la última cirugía de lipedema y, por lo tanto, del tratamiento que quirúrgico que me hice en Med-plast Madrid, y de los tres postoperatorios. Tened en cuenta que yo expliqué mi proceso, en 2018, y que toda la información que necesitéis estará mucho más actualizada en la web de las asociaciones como ADALIPE. Si lo que buscáis es precios, estos variarán y tendréis que preguntar en las clínicas que os interesen.
La verdad es que este año se ha pasado muy rápido. Un año sin grasa de lipedema, sin postoperatorios, sin medias de compresión y sin dolor.
Un año en el que te llegas a olvidar de como eras antes, de la talla que usabas cuando te acostumbras a la nueva o del dolor. Es muy fácil olvidarse del dolor, tanto que parece que siempre hubieses estado bien. Y no me refiero solo a lo que puedes sufrir en el post operatorio, algo que depende mucho de la paciente. Me refiero a que, aunque hayas llegado a pensar que ibas a convivir con un dolor crónico, cuando desaparece te acostumbras a estar bien.
Una de las cosas que más me han sorprendido de la pérdida de grasa no tiene relación con mis capacidades, ni con mi propia percepción, sino con la percepción social sobre mi.
En mi caso, tengo lipedema desde la adolescencia, no recuerdo mi cuerpo sin lipedema si no es por las fotos de pequeña. Pero no siempre ha estado en un estado tan avanzado como en el momento en el que me operé. El lipedema tiene estas cosas, y con cambios hormonales grandes (como iniciar la toma de anticonceptivos hormonales) puede hacer que empeore y se genere más grasa. El no tenerlo diagnosticado y no usar medias compresivas en aquel momento no ayudó tampoco.

Por lo tanto, mi camino hasta llegar a tener la figura de inicios de 2018 fue largo. Me acostumbré a estar como estaba, me acepté como era porque, al final, cuerpo solo tenemos el que vivimos en el momento.
Lo que yo no sabía, de lo que no era consciente, era que de que estaba sufriendo discriminación por mi aspecto físico. Y es que, ya os he explicado que yo no era realmente consciente de mi aspecto físico, que no se correspondía con lo que comía ni con el ejercicio que hacía. Igual que ahora no acabo de verme en el cuerpo que tengo. Así que yo iba por el mundo pensando que estaba más o menos como estoy ahora y que mi cuerpo era normativo.
En este año, he descubierto que, en general, la gente que no me conoce me trata mucho mejor. Que me atienden antes, que me sonríen más. Os puedo asegurar que yo sigo teniendo el mismo carácter vinagre de siempre. Para algunas personas ya no soy invisible y debía serlo.




¿Quizá sin dolor sea más simpática? ¿Es posible que mi cara de cansancio permanente influyese en esa primera impresión? ¿Me queda mucho mejor la ropa, normativamente hablando, y eso a muchas personas les predispone a ser más amables? Es que ahora mucha gente les encajo mejor en la idea influencer de comida saludable o de veganismo, aunque coma exactamente igual y sea igual de vegana.
Ya no hay chistes sobre mis piernas, ni miradas de asco o de condescendencia. Eso era algo con lo que contaba. Pero la sutileza de, simplemente, existir como persona dentro del canon normativo y pasar a ser aceptable es algo con lo que no contaba. Sé que es algo subjetivo, pero noto me me hablan mejor, me sonríen mas y, por que no decirlo, me toman más en serio.
La sensación general que tengo con el lipedema tras las operaciones, a nivel físico y a nivel social, es de haber estado los últimos años corriendo una carrera a la pata coja y con las manos atadas mientras que se me decía que todo era culpa mía, sin que el sistema sanitario o la sociedad hicieran nada porque, total, solo estaba gorda. Y es muy injusto que haya tantas personas pasando por lo mismo sin tratamiento cuando la solución está en incluirlo en el sistema sanitario.
¿Qué estamos haciendo mal como sociedad para que la gordofobia esté tan arraigada? ¿Cómo frenarla si muchas veces incluso las personas que la sufren la han normalizado, cómo me pasó a mi, y no se dan cuenta de que están siendo discriminadas?